NO CREO EN TI




















El 09 de agosto estuve en la primera fila del Teatro La Plaza en una de las funciones de San Bartolo, la obra de teatro basada en los testimonios de abuso sexual perpetrados por los Miembros del Sodalicio. (https://www.facebook.com/events/250816368799705/)

Fuera de las anécdotas que viví , la sensación que tuve al final de la obra fue una inmensa tristeza. La tristeza por no creer más.

Fui educada en un Colegio Católico. Todos los meses de Mayo se celebraba el Mes de la Virgen María y cada grado tenía que preparar cada día un pequeño homenaje , compuesto de oraciones, cánticos o lo que la creatividad dispusiera. Asistíamos a la "Procesión de la Virgen" y mi profesora estaba feliz porque la mayoría de las letanías e historias que mi aula presentaba, tenía como origen mi pequeño tesorito, un libro denominado "Estampas de la Virgen" (aún conmigo).

Me confirmé e hice mi primera comunión y traté de ser la mejor alumna de la Catequesis, tal como lo era en mis temas estrictamente académicos. Incluso recuerdo a un Catequista apodado "Frejolito" al que parecía gustarle y quien aparte de no parecerme nada atractivo sólo provocaba que le rehuyera. Yo tenía sólo 15 años..

Tenía mis clases de dibujo con Miss Noemí, de quien decían se había consagrado al Señor a los 15 años. Mi profesor de Religión fue el Hermano Rolando, quien comentaban había sido en su juventud un hombre muy mundano, un hombre que ahora había encontrado la paz.
Mis días de nido los pasé en el "Hogar San Luis" de Chorrillos (ahora San Francisco). Nunca en toda mi vida he probado una sopa de verduras y una mazamorra tan deliciosos como el que las monjas preparaban allí. Recuerdo a la Madre Renegona que nos repartía el pan que TENÍAMOS que comer y que nos obligaba a dormir; a la linda Hermana Luisa cuya sonrisa tengo aún grabada en la memoria y a la Directora que no nos permitía (sí,suena increíble) jugar con los columpios o los toboganes , so pretexto que podía ser peligroso para nosotros. Las restricciones, la presión o quién sabe, hicieron que entrara en un espiral terrible de enuresis . Todos los días me orinaba. Me recogían siempre con una ropa interior diferente, prestada generosamente por los niños que estaban internados en la Sección Hogar.

Aprendí a rezar todas las oraciones de ley (léase Padre Nuestro, Salve, Credo, Ángel de la Guarda) con la persona que me crió mientras mi madre trabajaba y quien fue el ser que más me engrió e hirió en toda la vida. Una cucufata canalla, vulgar, monstruosa y cruel que solía dividir al mundo en dos lados: el de las putas, las perdidas, las perras y el de ella, de las mujeres de "su casa", las decentes. Es demás decir que durante las Catequesis era la privilegiada del grupo, porque todas las oraciones que debíamos aprender como tarea, yo me las sabía al revés y al derecho.

Cuando estaba en mi momentos de crisis, entraba siempre a una iglesia a buscar un poco de paz y rezaba, rezaba tanto, lloraba haciéndolo y prometía ser buena, no ser egoísta, no pensar cosas "sucias" .. prometía no hacer ni sentir tantas cosas que ahora -me doy cuenta- eran sólo parte de la naturaleza de cualquier ser humano.

Cuando tenía 23 años ante una gran pena de amor decidí ser monja y me presenté a una entrevista con una Superiora. Claramente dedujo que estaba ahí por cualquier motivo menos por vocación y me dijo que el Convento no era un lugar para ocultarse del mundo. Cuando me preguntó que me gustaría hacer por el mundo le dije que amaría construir un albergue para rescatar animales abandonados. Me miró media incrédula y me dijo "¿no sería mejor uno para niños pobres y necesitados?'". 
En ese instante supe que ese no era mi lugar. Nunca podría haber sido yo allí, porque simplemente yo jamás aceptaría el postulado de la superioridad de la vida humana sobre la vida de un animal. NUNCA.


Luego ya no me provocaba ir a misa,.A veces tenía una crisis de fe y volvía por algún extraño remordimiento que me aquejaba y que era fruto quizás de esos años de infancia. Pero cuando José Luis Cipriani fue nombrado Cardenal es que decidí ya no volver. No aceptaría escuchar el nombre de esa persona en medio de una misa, de un hombre involucrado con la mafia más corrupta y asesina que ha tenido este país.

Me fui alejando más.

Fueron estallando los casos de pederastia dentro de la Iglesía en un vértigo tal, que no podría ya decir que eran casos aislados sino la rutina de la mayoría del clero católico; que los buenos sacerdotes y monjas era las excepción y no la regla.
Me decía "¿En qué´momento la Iglesia se convirtió en todo esto? ¿ En qué momento aceptaron violadores como sacerdotes? Después entendí que la Iglesia no se convirtió en esto. Siempre había sido eso. Los abusos habían existidos desde siempre. El celibato es casi un mito. 
Entendí que la Iglesia no se había corrompido recién. Siempre había sido así de corrupta y encubridora. Entendí que esos papelitos del Domund, que llenábamos todos los meses en la escuela, con las donaciones de nuestros amigos y familiares para las "Misiones", sólo habían contribuido a mantener esta institución especializada en ocultar criminales sexuales.


Y al finalizar "San Bartolo", me dolió sentir que ya no creo más. Y pensé que esa ansia de creer es lo que ha avasallado al mundo y lo ha llevado a autodestruirse.

Ya no creo.

Vidas enteras destruidas, inocencias laceradas, necesidades espirituales y materiales usufructuadas, padrinazgos y amistades siniestras que les permiten a estos miserables trasladarse de diócesis en diócesis; violando, aniquilando, asesinando. Ya no puedo pisar una Iglesia. Y me duele lo que alguna vez creí.

Sergio Gjurinovic ,uno de los actores, dijo en el Foro al final de la obra, que nos reprimen sentimientos tan naturales como el deseo, la rabia, el egoísmo en aras de "ser buenos". Y pensé en cuántos psicópatas han asesinado, so pretexto de limpiar el mundo y santificarse. Y Jorge Bruce dijo con tanta o mucha verdad que "la mejor manera de dejar de ser católico es estudiar en un Colegio Católico".

Y entendí que no puedo ser parte de algo que lastima, que daña, que viola la ley, que destruye y que calla. Que oculta.

Y entendí que soy una buena persona aunque ya no ore antes de dormir, ni vaya a misa los domingos, ni me confiese. Aunque haya olvidado cómo es el sabor de una hostia entre mis labios.

Aún recuerdo todos los cantos de esos días en la escuela.
Aún me emociono escuchando "Pescador de Hombres", como lo hice durante la obra.
Aún soy esa niña que camina en la procesión vestida de blanco, lanzando pétalos al viento.
Y creo ahora, pero en otros seres,que sí son realmente puros.


Y aún canto Pescador de Hombres en algún lugar de mi memoria y de mi corazón.

"Señor has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos/
tan solo quieres que yo te siga/
junto a ti/
buscaré otro mar."


https://www.attorneygeneral.gov/report/ (Reporte de Víctimas de Abuso Sexual del Gran Jurado de Pennsylvania para descargar)


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